Ríndete: variación sobre un mismo tema
- Lily Asmar
- Sep 17, 2021
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a Ana Lydia Vega
Villa Fátima: Dónde venden los números pa ganarse este premio… mamiiiiiitaaaa, tantas curvas y yo sin freeeenosssss, con esa blusa transparente a mí se me ven los pensamientos. Obelisco (Facultad de Ingeniería): De qué juguetería saliste… muññññññeca, qué haces bommmmmbón fuera de tu caja, bendito el camión que trajo el cemento donde estás parada ¡monumento! Pérez: Tanta carne y yo en cuaresma, si ser buena fuera pecado ¡tu no tendrías perdón de Dios reiiiina!, quien fuera calzón para vivir entre tus piernas ¡bella!, dime como te llamas para pedirte a los reyes ¡pichochita! Buenos Aires: Semejante batería y yo en mi camioncito, ahí va la madre de mis hijos, si así es la cola ¡cómo será la película!, pa quien te guardas… abussssadooora.
Todas las mañanas, de todos los días, el mismo tema. Claro, algunos se repiten y otros incorporan nuevos materiales. Por fin llego al mercado después de haber vuelteado la ciudad porque la famosa Camacho está nuevamente más cerca de ser río que avenida. Por suerte la Piruja puede llegar antes y abrir el puesto. Pan, lechuga, tomate, -ahí está otra vez-, cebolla, locoto, -no falla Mabi-, chorizo, sal, pimienta, -van dos semanas clavado-, aceite…
- Ese flaco, el de chompa café con lentes de sol. Van dos semanas que viene y se para justo frente al puesto.
- Y…
- ¿Cómo y…? ¿Por algo viene, no??? Por alguien…
- ¿Por quién?
- Hazte, pues.
- ¡Qué hazte ni hazte, Piruja! Mejor hazte los sándwiches y deja de estar perdiendo el tiempo.
Dos garrafas, cuatro sartenes, dos baldes, bolsas nylon, servilletas. Es cierto, éste ha estado comiendo aquí todos los días. Qué horror me está mirando. Dos servilletas, bolsas de garrafas, baldes de nylon… Qué se cree. Como si no tuviera ya suficiente con el rosario de barbaridades que tengo que escuchar de ida y de volvida, ahora un tipo que no me quita los ojos de encima. Me habré olvidado cerrar algo… No. Garrafas, sartenes, baldes...
- Ya pues Mabi, te estamos esperando a ti nomás pa poner el chorizo.
- Ahorita. ¡Esperá!-. Qué papelón. Ayyy, me mira y requetemira. ¡Qué hago! Cómo que qué hago, calma Mabel, ¡calma! Ponga la garrafa, abra la llave y…
- ¿Los fósforos Piruja?
- Uyyyy, donde doña Sabina están.
- Pero eso es arriiiiiiiba, hasta que vuelvas…
- Yo te lo enciendo rrrrrrrrreina, no te preocupes-. Vibra todavía la R. Y a este quién le habrá dicho que me puede hablar. Si no fuera que necesito el fuego…
- Gracias.
- ¡Las qué te adornan!, yungueña-. Sólo eso me faltaba otro cretino que cree que vengo de tierras calientes y exóticas. Si supiera este macho men que nunca he estado por esos lares y que aunque veo pasar buses, minibuses, taxis, y particulares no he ido mas allá de la tranca.
- ¿Cuál es tu gracia? pregunta sin perder tiempo, no vayan a pensar los del puesto que no sabe como acorralar a una hembra y honrar una vez más la virilidad patria.
- Mabel.
- Lindo nombre. Interviene sin esperar mayor respuesta, seguir el asalto a la presa y dejar claro quien es el dueño del circo. Comenta:
- Eres bien trabajadora, ¿no? Te he estado mirando y se nota que no paras.
- Sí, permiso. Salgo hasta la esquina, aunque no tengo idea de para qué porque francamente he salido sin plan. Ni modo. Voy a tener que comprar la cochinada que dice que es café y que vende el del “camioncito”.
- RRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRR
- Un café.
- Habrás venido sin joyas, ¿no? Aquí sólo hay rateros.
- RRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRR
- Gracias.
- Nunca más vengas con buzo, a la mujer del doctor Álvarez se lo han bajado y así lograron sacarle la cartera.
- RRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRR
- No.
- ¡A quién se le ocurre venir a la Uyustus con tacos!
De regreso el tipo al frente. Ahora sí, no me queda duda que ha estado viniendo todos los días porque don Pepe, doña Adela, y doña Petrona le hablan y hasta lo dejan sentar en sus bancos. Le doy la espalda y encuentro a la Piruja como salida de la morgue.
- ¿Y a ti qué te pasa?
- Acaba de venir el Fredy y dice que tengo que ir a la casa.
- Bueno…, dile que no puedes, que estás trabajando.
- Mabi, si no voy… me mata.
- ¡Haber si no te manda a la clínica si vas!
La veo partir y volteo para encontrar la cara del susodicho. Con gusto. De qué vivirá éste que puede pasar toda la mañana frente al puesto. Claro que te yapo casera. ¡Qué será de la Piruja! Salen dos más. No está mal el tipo. No, ya no tengo más tomate. Quién sabe si en verdad viene a verme. Perdón casero, ¿qué cosa? ¿Será?... Lechuga, sí. No vaya a resultar como el Justo, maldita la hora en que le han puesto ese nombre; desgraciado. Todavía tenemos. ¿Se me acaba de escapar una sonrisa? Hay, hay todavía joven. Ayyyy no, ya viene.
- Te invito unas cervezas más tarde, Mabi.
- Aceptamos con gusto -, responde la tonta de la Piruja que viene con sonrisa de tigre. La miro y si la mirada mata…
- Nos vemos pues. Voltea con cara de jinete, domador, homo habilis; justo cuando la Piruja me zampa al oído: -bien que quieres Mabi-.
- Termino y me voy Piru-. Contesto lo más fuerte que puedo, pero en verdad no importa porque ahorita nadie me escucha. – Más bien dime por qué estás tan contenta, qué ¿no tienes que irte rápido a tu casa?-.
- Mabi… Dice el Fredy que se va.
- Se va o lo estás mandando…
- ¡Mabi!, en serio. Está preparando una mochila.
- ¿Cómo así?, ¿tiene otra que lo aguante?
- No seas mala-. Se va porque dice que en la Argentina hay más opciones, luego me va a llamar…
- Y vos eres capaz de ir… ¡Piruja! Volteo, muerta de rabia.
Sigo. Las dos, las cuatro, las seis. Ya es hora de cerrar a esta hora ya nadie quiere comer sándwich, les toca a las empanadas y a los anticuchos. Ya casi termino y el flaco no llega. ¡Cómo se me ocurre! Me apuro. Y ¿si viene por mí? Me retraso. No sé ni su nombre. Y ¿si es él?... ¡Por favor!, sólo eso faltaba. Pero…
- Hola chicas traje un amigo. Nos presenta otro flaco, -Javier: Piru y Mabi-.
- Hemos traído Paceñas, pero que tal si nos vamos a comer ¿corazoncitos?-. Ayyy, qué creativo. –Imagino que no quieren aumentar la clientela de la competencia, pero hoy es un día especial, ¿nooo?-. No sé...
- Ya pues Mabí, cambia esa cara de lamana-. Me codea la Piruja que está toda dientes colgada del brazo del famoso amigo.
Sentada en los anticuchos, dejo que el flaco me invite un cigarro. Proveer es triunfar. No está mal, parece interesado, tiene bonitos dientes, ha estado frente al puesto hace más de dos semanas, es atento, si viene tanto debe estar muy decidido, creo que hasta es guapo, y ¡cómo me mira!...
- Y usted ¿dónde trabaja?-, pregunto.
- Reina no sabes ni mi nombre y ya quieres saber cuánto gano?- Carcajada general, ja ja ja. –Me llamo Mario-. Me agarra una mano y me la aprieta un poco. Retiro la mano y tomo la botella de Paceña. –¡Salud!- dice el amigo. ¡Salud! contesta, casi a gritos, la Piruja que ha resultado una polla y que ya está más de allá que de acá. –Comé Piruja, creo que en todo el día no has probado nada- la agarro a patadas debajo de la mesa; pero es tarde, la muy ya está entrada en copas y francamente le vale todo.
Van seis cervezas y al calor del fuego anticuchero, dejo que el flaco me abrace. Total… después de la justicia del Justo jajajajajajajajajaja. Yo también debo ser mala para esto de entrarle al trago porque me parece que a esta hora ya no me puedo ir a pie a Villa Fátima jajajajajajajaj. Estos flacos han resultado ser bien chistosos… se hacen unas bromas… Claro que la única que ríe soy yo porque la Piru hace rato que ya está dormida.
Van once cervezas y la verdad que ahora sí, ya es hora. Pero… dos mujeres solas y dos flacos solos yaaaaaaaaaaaaaaaa… Parece que no había sido sólo mi idea, de pronto la Piruja parece bien lúcida y propone que nos vayamos a uno de esos alojamientos de mala muerte que hay por aquí, pero yo me apuro en dejar claro que - NO, sólo si cada oveja con su pareja jajajajajajajajajaja. Los flacos que para entonces ya parecían idos, se han puesto a todo vapor: han dejado garantía de pago, más que de prisa nos han ayudado a guardar nuestras cosas, han conseguido taxi, alas y buen viento.
Gracias a la diligencia masculina; ya no sé que es de la Piruja. Pero yo también soy diligente y ya en el lugar de los hechos, me quito la ropa y pregunto -¿tú, no te desnudas? Parece que el flaco se ha paralizado, arguye que necesita ir al baño. Pasan diez minutos y me pregunto que vainas hace que no viene, para peor este cuartucho de mala muerte no tiene colchas y ya siento que se me entumen las piernas. Decido ver si todo está como debe estar allí adentro y pregunto de la puerta: –¿Estás bien?- Una voz tímida me contesta desde adentro que no, argumenta que las cervezas, que es muy tarde, que es muy temprano, que las drogas, que soy demasiado, que soy muy poco. En resumen, no hay quien levante a ese muerto.
Amanezco sola, como siempre, sólo que no en mi cama; después de todo el alojamiento me quedaba más cerca del mercado. El flaco antes de partir confesó que ni siquiera tenía para pagar la manta de lana que tuve que alquilar para quedarme. Me visto y camino al trabajo pensando que necesito un Alka-Seltzer y pasar por detrás del puesto de las anticucheras para no darles el gusto de verme después de la escena de ayer. ¡Cuál escena!, el largo metraje.
Llego y no sólo no ha llegado la Piruja, sino que hay junta de vecinos y de arrendatarios de puestos. Al parecer, hace dos semanas que vienen documentando el flujo de comercio en el mercado porque una empresa multi-globa-inter piensa construir aquí una sucursal y nos quieren retirar los puestos. En verdad no hay mucho que discutir, aunque tenemos ganas. Me apresuro a ver quien se encargó de documentar el flujo de mi área y sólo alcanzo a ver al flaco firmando apresuradamente sus reportes. Me da la espalda sistemáticamente. Pasa por mi lado y –nada personal- murmura.
Subo a buscar a la Piruja para ver qué hacemos. Ya desde la esquina siento un vacío en la boca del estómago cuándo veo el 110 en su puerta. A medio camino encuentro a doña Sabina que a gritos me cuenta que el Fredy tenía que irse pero no se fue y al ver llegar a la Piruja de día, le dio una pateadura de la que ya no regresa. Entonces, decido ir a mi casa, no quiero ver a las anticucheras, no deseo pelear por el puesto, ni matarlo al Fredy, menos ver al flaco haciéndose al loco.
Buenos Aires: Tus besos son pecado y lo más dulce del mercado, ¡belleeezzzzaaaaaa!, quisiera ser baldosa y cuando pases mirar tu linda cosa, dios mío debo estar muerto porque estoy viendo angelitosss. Pérez: Bien aventurados los borrachos porque te ven doble, saaaabrooooosssssaaa, bendito sea el prado donde creció la hierba que se comió la vaca que dio la leche para que te criara ¡la madre que te parió re-guapa!. Obelisco, (Facultad de Ingeniería): Cóssssssssmica, te advierto que soy ingeniero mamaccccitaaa, ¿usas calzones de la Naza? porque esssssse poto es de otro mundo. Villa Fátima: ¡Cómo quisiera ser Tarzán! para ir de rama en rama hasta llegar a tu cama ¡linduuuuura!, tu mamá ha de ser repostera porque hace cada bombonciiiiito, qué bonitos ojos tienes debajo de esas dos cejas y que bonito collar llevas encima de esas dos…
Doy vuelta la esquina y mientras pienso que mañana no tengo que ir a vender (ya veremos como le hacemos), que tengo que pagar la última cena, y que quiero ir a la policía a denunciar todas las barbaridades que el Fredy le hizo a la Piruja para que le den cárcel de por vida; otro flaco, parado alado de mi mismísima puerta, me dice de pronto y con voz de asesino en serie:
- Ay, ríndete ¡mamaciiiiitaaaaa!
Yo, giro sobre mis botas y estilo piedra libre le contesto por mí y por todas mis compañeras:
- ¡Qué se rinda su abuela, carajo!
©BAGG del libro de cuentos Variación (sobre un mismo tema) y Fuga (del Centro de Orientación Femenina)

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